Corto desenlace.
Había una vez un chico que creía en el amor a primera vista, puro, noble, sensible y alegre. Daba por entendido que cualquier gesto e interpretación de la vida era un regalo que no debía dejar de pasar. Se levantaba junto con el lucero de la mañana y se acostaba cuando cansado ya se sentía. El día a día era un regalo para él. A pesar de que tuvo una infancia severa, no dudó y siguió. Carecía de un hogar formado y convencional, fue críado por su abuela y por su mamá. Sentía el mundo muy vivo rosando su piel, las imágenes por sus ojos el vivo mundo surgiendo ante él, pero casi no había sonido para él, no le gustaba escuchar, quizá porque solo en su vida escuchaba críticas y pleitos entre las personas. No le gustaba el sonido estruondoso que salía de la boca de las personas que peliaban. Se enamoró a temprana edad, fue un gusto fuerte que lo hizo diferente. Creció pensando en como sería su vida si hubiera nacido en otro día, otra época, otro país, otra familia. No se conformaba con las s...