Corto desenlace.

Había una vez un chico que creía en el amor a primera vista, puro, noble, sensible y alegre. Daba por entendido que cualquier gesto e interpretación de la vida era un regalo que no debía dejar de pasar. Se levantaba junto con el lucero de la mañana y se acostaba cuando cansado ya se sentía. El día a día era un regalo para él. A pesar de que tuvo una infancia severa, no dudó y siguió. Carecía de un hogar formado y convencional, fue críado por su abuela y por su mamá. Sentía el mundo muy vivo rosando su piel, las imágenes por sus ojos el vivo mundo surgiendo ante él, pero casi no había sonido para él, no le gustaba escuchar, quizá porque solo en su vida escuchaba críticas y pleitos entre las personas. No le gustaba el sonido estruondoso que salía de la boca de las personas que peliaban. Se enamoró a temprana edad, fue un gusto fuerte que lo hizo diferente. Creció pensando en como sería su vida si hubiera nacido en otro día, otra época, otro país, otra familia. No se conformaba con las simples respuestas que recibía por costumbre. Indagaba e indagaba hasta poder conseguir suficiente información que lo convenciera de que esta existencia no era una mera casualidad. Quería dar sentido a su vida, quería esclarecer los enigmas de la vida. Mantenía contacto con el cielo, miraba hacia arriba y pensaba que quizá algún día crecería lo suficiente para poder tocarlo. Veía la Luna y pensaba que algún día sería lo suficientemente alto para poder tocarla. El mundo a su alrededor era maravilloso de por si. No se explicaba cómo era posible que este tipo de cosas podían salir de la nada. Todo le parecía extraño. Todo era extraño incluso él. No distinguía los límites entre él y el mundo. Se sentía parte del mundo. No sabía qué hacer cuando alguien venía ante él y lo invitaba a jugar. Era tímido. Introvertido. Crecía y crecía y adquiría mas conocimientos de los que era la vida. Pasó por muchas situaciones que le causaron dolor, el dolor era una nueva naturaleza que el desconocía del mundo. Entendía que se podía sentir dolor y empezó a causarlo inconscientemente en los que lo rodeaban. Solo para entender cuán poderoso era el dolor. Cambió su visión del mundo, se dió cuenta que el dolor apartaba a las personas de él, se dió cuenta que el dolor causaba desasosiego en él al ver con dolor a otros, se terminó por enterar que el dolor cortaba el vínculo que tenía  hacia otras personas. Dejó el dolor. Se sintió vacío y no encontraba el motivo. Recibió educación obligadamente religiosa. Su padre pensó que era lo mas apropiado. Creció y se convenció que la fé era más allá de lo verdadero lo hiperreal. Murió su fé. Se enamoró. Experimentó el amor crudo y salvaje. Su instinto animal despertó. Se obsesionó. No quizo dejar el amor con la obsesión. Rompió su amor cuando supo que no lo llevaba a ningún lugar. Rompió su amor y estuvo mal por seis largos meses. No quería hablar ni jugar ni cantar. Él buscaba el amor, o esperaba que el amor lo encuentre. Hasta que cierto día descubrió que siempre lo tenía escondido en su interior. Que le pertenecía. Eso cambió su percepción del mundo. Continuó cuestionándose con felicidad. No le importaba si encontraba una respuesta desagradable. Ya sabía que solo se piensa en pequeño cuando el amor lo es. Ahora vive pensando en el día a día. Siente, mira y escucha las cosas que pasan en estos instantes. Está ocupado percibiendo el presente. Quiere vivir, quiere empezar a morir viviendo. 

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