De regreso a Máncora y un hecho inolvidable.

Noviembre 2019.
Recuerdo que habíamos planeado el viaje a Máncora meses atrás. Me sentía emocionado porque me había pedido que viajáramos juntos. Yo sabía que él era un hombre de mundo, de viajes y de aventuras, por otro lado yo era más un chico de Ciudad, de juergas y de experiencias reducidas. Los meses pasaron volando, ya cuando menos lo pensaba el día había llegado. Aparte, tenía que ir con mi amigo porque su cumpleaños caía esos días, y él quería sumarse al viaje por lo que trajo a alguien más, de quien sospecho yo que iba a ser su pequeño amorío de playa.
Cuando me lo encontré en el aeropuerto y volví a verlo después de cuatro años, me dieron sentimientos encontrados, aunque lo ví cansado y con el rostro descompuesto, había trabajado día y noche las últimas semanas... Luego fuimos a la zona de embarque, empezamos a conversar y a ponernos al día sobre todas las cosas que nos habían pasado los últimos 4 años, también hablamos un poco de política y aeronaves. Cuando llegamos a Piura, nos recogió el auto contratado el cual fue por un contacto de la tía de mi amigo, me pareció algo seguro, en el camino paramos a comprar agua de coco, agua mineral y plátanos. Yo estaba emocionado de volver a las playas del Norte, no había regresado desde el 2012 y en Suiza no hay playas, así que él supongo que también estaba emocionado.
Cuando llegamos al hotel fue un rotundo "wow", habían palmeras, cabañitas que eran los cuartos que se ubicaban cada uno frente al mar. Nos recibieron con unos cócteles de bienvenida para lo cual todos pedimos piña colada, seguidas de 3 rondas más de Pisco Sour. Disfrutamos el ocaso en la playa, y en medio de música y de charlas escuché algo que no me esperaba escuchar: tenía un exnovio con el que estuvo casado por tres años y se divorció en Junio de este año. Estaba ebrio, pero aún así mi corazón se aceleró un poco, traté de seguirle la corriente lo más pacíficamente que pude, algo en lo que normalmente fracaso, empero estábamos ahí en Máncora y no quería pasarla mal. Seguí escuchándolo, el exnovio había sido mexicano y al parecer sólo lo había usado para conseguir su residencia en la Suiza. Además de eso, me comentó que había tenido una operación, la cual había sido un susto tremendo porque pensó que iba a derivar en cáncer, pero los doctores se equivocaron. De repente, mi semblante pasó a estar un poco compungido. Yo también había terminado con mi exnovio en junio de este año. Ya había empezado el decaimiento de los ánimos y sólo era el primer día. Tenía muchas cosas en mente y sentimientos encontrados. Quise echarle la culpa al alcohol, pero en el fondo sabía que no era así. De lo cansado que estuve por tomar 1 piña colada y 3 rondas de Pisco Sour me fui a dormir ya que esa noche íbamos a salir a la disco a celebrar el cumpleaños de mi amigo. Cuando desperté lo había visto a él y al amigo de mi amigo conversando en la playa. Sentí celos de los dos a solas, fui y apresuré al amigo de mi amigo de despertarlo porque también se había quedado dormido. Nos alistamos para ir a la Loki, él no quiso y se quedó a dormir.
Aún con toda la información sobre su ex matrimonio y su relación de más de 3 años, me aventuré en tener una noche de baile en Máncora, porque era lo mínimo que ameritaba el viaje hasta ahí. Sin embargo, no contaba con que el corazón tuviera sus propias formas y su propio tiempo de asimilar lo que estaba pasando.
A la mañana siguiente me levanté a las 11:00 de la mañana, él se había despertado temprano pero no se levantó de la cama, sólo lo noté que permanecía despierto, como si pensara en muchas cosas a la vez de una manera nostálgica.
Continuamos con los días que corrían en Máncora, yo ya no me sentía igual, tampoco me sentía "yo" en algunos aspectos, me mantenía en silencio cuando él se acercaba, procuraba ser lo más educado posible con él, creo que internamente seguía procesando el hecho de que había estado casado sin que yo lo supiera, sin que él me lo hubiese comentado todas las veces que habíamos hablado.
No sabía cómo describir mi sensación en ese momento. Procuré llevar las cosas de una manera adecuada, sin tratar de incomodar a nadie y no incomodarme yo, muy mediocre. 
Ya cuando llegó el día de volver a Lima, Mike se había adelantado en hacer sus maletas para retirarnos y a la vez apersonarse a recepción para cancelar lo que restaba, luego que lo alcanzara en recepción me sorprendí que también había cancelado la cuenta de mi amigo y su acompañante, me dijo que sería una sorpresa para ellos por el cumpleaños de mi amigo y bueno, así fue, ya que se lo agradeció con un abrazo, algo que nunca había visto que hiciera con extraños. 
 Una vez que estuvimos en el aeropuerto de regreso, nos despedimos, yo de una manera agradecida por el viaje que habíamos compartido, él con una sonrisa me preguntó si podríamos volvernos a ver cuando regrese de su viaje a Arequipa. Yo asentí, con educación, pero sin la misma intención que tenía antes de nuestras tardes en Máncora, antes de la bomba informativa que me lanzó desde el primer día.
Esto no se iba a quedar así...

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