Unión Civil y mis días sin moscas.

Han pasado dos días después que la comisión de justicia y derechos humanos del congreso rechazara el proyecto de la Unión Civil entre personas del mismo sexo y aún me sigo sintiendo el mismo.
Hoy de camino al banco para realizar mis pagos correspondientes para sacar mi bachiller, me topé con un hombre que me vió venir a 10 metros de distancia, no sé si habrá sido el color del vividi que me gusta o mi forma personal de caminar que lo hizo percatarse de mi presencia, todo iba bien con la atención hasta que empezó a decirle en voz lo suficientemente alta a su compañero que"quería mojar a la chica", cuando paso de su lado seguía insistiendo que "quería mojar a la señorita que se iba"; naturalmente su comentario fue para mi, comentario malintencionado, ignorante, estúpido, prejuicioso, miserable y troglodita fue para mi, ¿Acaso el sabe con certeza que me siento como una señorita? ¿Mi forma personal y particular de vestir, o sea mi gusto por la ropa y mi manera de conducirme le garantiza a él mi forma de sentir? Definitivamente no. Sin embargo, no pude evitar preguntarme si al haberse aprobado el proyecto de ley de la Unión Civil hubiese cambiado esa circunstancia de algún modo. Desafortunadamente yo no lo creo así. Los prejuicios no son algo que se quiten con proyectos de ley, con comisiones de justica y cuantos derechos humanos se inventen, los prejuicios se arraigan cuando tienen un paradigma de la realidad estancada, que lo ven de manera constante, una persona prejuiciosa es la que cierra su mente al cambio, a los cambios que suceden a su alrededor por temor, pavor o miedo a no poder manejar la nueva situación. Después de escuchar los argumentos de la moral, de la historia, de la familia, buenas costumbres, el decreto divino, etc; me pregunto si mi felicidad estuviera garantizada en esta sociedad por las cosas que voy experimentando día a día. 
Ya quisiera tropezarme con una lámpara de donde salga un genio y yo pueda pedir tres deseos: primero, que desaparezcan los prejuicios de la mente de las personas; segundo, tener un millón de dólares al despertarme y tercero como para no quedar fuera de la desaprobación social, la paz mundial. 
La sociedad condiciona a las personas a comportarse de cierta manera, pero es una gran mentira creer que se puede controlar todo, de hecho no se controla nada. Ni por papel, ni por ley. Como ciudadano libre de mis opiniones y pensamientos, solo tengo un deseo y anhelo en mi mente, poder ser feliz y dar felicidad a mis seres cercanos sin que esto me obligue a actuar en contra de ellos cuando vea mis anhelos amenazados.
Y el mensaje que los homosexuales hemos oído del gobierno peruano es: Si desean casarse o unirse libremente en Perú no lo pueden hacer, para eso están los demás países, pero donde tú naciste no puedes.
Eventualmente mis días sin la ley de la unión civil seguirán siendo los mismos, con moscas, cucarachas y cualquier otro tipo de insectos queriendo acechar mientras no toleren lo bonito, elegante, diferente y poco desaliñado que pueda ser uno en su entorno mediocrizado.

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